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Mientras repasaba los últimos 5 años de mi vida como Centinela, poniéndome bajo la mirada conjunta de María y Jesús, me sentí profundamente conmovido por los frutos de mis humildes oraciones diarias,
llueva o haga sol
nieve,
haga viento
haga sol
haga sol o tormenta,
incluso con aviso de tormenta,
al aire libre o en interiores,

María y Jesús me enseñaron a ser fiel a mi compromiso
fidelidad al SÍ escondido en el de María.

Algunos días es un SÍ exultante, mi corazón canta y da gracias.

Algunos días es un pequeño sí, cargado de cansancio, tristeza y desánimo.

Algunos días mi SÍ es implorante, suplicante.

Algunos días es un SÍ comunitario, digo una docena con una o dos o tres hermanas... en comunión con todas mis hermanas. Es tan gozoso, la alegría desborda... ¡Yo exulto, nosotras exultamos en Dios nuestro Salvador!

Y así, a medida que pasan los días, nunca se parecen...

Algunos días alegres,
Otros brillantes,
O dolorosos,
O gloriosos.

Y todos ellos están salvados porque han vivido por Ti, contigo y en Ti, Señor.

Contemplando los misterios, permanezco con Jesús y María, ellos viajan conmigo, los misterios de sus vidas y las mías chocan, se abrazan ¡o debería decir arden! .... De repente, en el recodo del camino, mi vida cotidiana adquiere sabor, sentido y aroma, iluminada, despertada, salvada por la de Jesús y María....
¡La sublime Visitación! .... Nuestras vidas entran en diálogo... Él está Vivo, yo vivo... ¡ALEGRÍA!

Charlotte, centinela de BetlheemBruselas, 9 de marzo de 2018